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Que pinte el amor, sin violencia, por Patricia Cravero



Unos 700 alumnos secundarios participaron de una campaña de la Defensoría del Pueblo sobre noviazgos violentos en la adolescencia. Debatieron y llevaron el mensaje a otros compañeros y a sus escuelas. Los chicos aseguran que la sociedad es víctima del machismo.

“Si te controla no es amor, es violencia”. “Ni golpes que lastimen ni palabras que hieran”. “Saber decir no”. Las frases están escritas en los afiches que hicieron alumnos secundarios de ocho colegios de la ciudad de Córdoba, y que formaron parte de una campaña de la Defensoría del Pueblo de Córdoba para concientizar acerca de los noviazgos violentos en la adolescencia, con una perspectiva de género.

La campaña “¿Pintó el amor? Que sea sin violencia” apeló al efecto multiplicador: unos 700 chicos participaron de talleres y, luego, llevaron el mensaje a otros.

Convocados por La Voz, nueve alumnos “multiplicadores” compartieron su mirada. Ellos son Rocío Cabrera (17), Francisco Blum (16) y Abigail Britos (16), del Ipem N° 35 Ricardo Rojas; Federico Fantilli (17), María Rodríguez (17) y Nicolás Uberti (17), del instituto técnico Etchegoyen; y Florencia Rojas (15), Kimberly Barrionuevo (14) y Rodrigo Fernández (15), de la escuela Agustín Garzón Agulla.


Control y celos

A la hora de hablar de los noviazgos violentos, los chicos sostuvieron que hay muchas formas de violencia y que algunas están más ocultas que otras. Creen que entre los jóvenes hay alta incidencia de la violencia psicológica.

Francisco contó que, en los talleres, muchos contaban que revisaban el celular de sus parejas, o que se molestaban cuando tenían amigos del sexo opuesto.

“También se normalizan mucho los insultos”, remarcó. Rodrigo mencionó los casos en los que los varones controlan a las chicas con una actitud “de padre”. “Le dicen: ‘Con quién vas a salir, con qué ropa vas, a qué hora volvés’”, apuntó. Los “multiplicadores” coincidieron en que las prácticas de control son sufridas por chicas y por chicos.



Jornada de reflexión en la escuela: Una edad clave para cuestionar la violencia 

“Es una sociedad patriarcal que se formó hace mucho tiempo y que fue marcando esos estereotipos, la mujer: débil; y el hombre: fuerte”, aportó Federico.

Rodrigo sostuvo que aún está la idea de que el hombre es el sexo fuerte. “Muchas veces se escucha el ‘no llorés, hacete hombre’. Se esperan cosas que no les hacen bien ni a los hombres ni a las mujeres”, dijo, con el asentimiento de los demás. 

“Creo que tanto las mujeres como los hombres somos víctimas del machismo”, lanzó Federico.

Su compañera, María, contó que, en los talleres que hicieron, trataron de vincular los contenidos con su realidad inmediata. “Nosotros vamos a un colegio técnico y muchas veces es ‘no hagas eso porque sos mujer’, ‘eso no es para mujeres’. O llaman para hacer ciertas cosas y te dicen que necesitan a cuatro varones o gente con fuerza”, dijo María. “Y ella tiene más fuerza que yo”, lanzó Federico, y su risa tuvo un efecto “multiplicador” en el grupo.

Florencia dijo que muchas veces siente impotencia ante esos roles prefijados, como cuando le dicen que tiene que ser “más femenina” o que le tienen que gustar sí o sí algunas cosas sólo porque es mujer. 

Abigail se sumó: “Yo hago boxeo MMA, y mi mamá está con que cómo voy a hacer eso tan bruto. Me dice: ‘¿Por qué no hacés zumba?”.

María contó que una amiga vivió una relación violenta, y que eso la hizo entender la gravedad del asunto. “Me di cuenta de que es una lucha de todos días, que cuesta mucho. Es replantearse la decisión que tomó y a veces hasta sentirse culpable de esa decisión”, dijo.

En ese punto, los chicos empezaron a mencionar la importancia de involucrarse, de hablar con un adulto si perciben que algo así le sucede a alguien que conocen. “Estos talleres fueron una puerta, porque cuando ves las noticias parece que sólo le pasa a la gente grande. Por eso está bueno que se involucre a las escuelas para que esa idea se vaya fomentando en la gente más chica, para saber que eso se puede prevenir, que la gente no se quede callada”, dijo Nicolás.

“La mayoría sostiene que la juventud somos el futuro. Pero no sólo somos el futuro, sino que también somos el presente. Son cosas que se frenan desde ahora”, aportó María.

A lo largo de la charla, hubo reflexión, complicidad y mucho entusiasmo. También, ganas de hacer e involucrarse.

“De acá a unos años vamos a ver el resultado de los que se quedaron luchando. Pero hay que persistir”, cerró Abigail.

Nota publicada en La voz del interior.

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