“...Yo antes presentía que algo me iba a pasar. No podía dormir. Me agarraba calor, frío; tenía una estampita de San Jorge y le recé. Era sábado y él volvió a las 4 de la mañana. Los chicos estaban durmiendo. Brian, que tenía dos años y tres meses, en mi pieza conmigo. Golpeó la puerta. Me acerqué, dije quien es y dijo soy yo, abrime o rompo la puerta a patadas. Espié por un agujerito y vi que venía con un escopetazo en la mano y traía una bici. Le abrí y se fue para el fondo. Yo le dije: acá esta la cena que te dejé anoche, ¿no querés comer? No, me dijo.
Tiró seis tiros allá en el fonfo. Despertó a los chicos. Entró a mi pieza y atrás entró corriendo mi perrito y le tiró un tiro. Ahí, en mi pieza. La Virgen me dio fuerza para no ponerme mal. Me dijo: vos te vas con tu macho o te mato. ¿De qué me hablás?, le dije. Y ahí me apuntó en mi pecho. Agarré la punta de la escopeta y la corrí a un costado y tiró un tiro al techo. ¿Qué me estás haciendo, amor?, le dije. Yo te voy a matar, me dijo. Y los voy a matar a todos. Y ahí tuve que luchar.
Agarré la escopeta y no la soltaba. Brian me lloraba agarrado del cuello. Lloraban todos mis hijos arriba mío. Y Brenda salió corriendo al fondo y le pidió auxilio al vecino. El lunes los chicos tenían que empezar la escuela, entonces tenía toda la ropa en la plancha. Y en el living tenía mis plantas y mis cosas y se cayó todo, se rompieron los vidrios cuando yo me peleaba con él ahí, que me pegaba y me quería pegar tiro, pero yo no me entregaba. Estaba con camisón y Brenda me gritaba, mami, ¿dónde están las llaves? Para ir a pedir ayuda. Pero no las encontraba y después las encontró debajo de la cama y se iba a abrir la puerta de la calle. Mientras yo luchaba le dije: Brenda, cuidá a tus hermanos, yo me voy a defender. Él parecía un perro rabioso que no me soltaba. Estaba drogado o borracho, no sé, y le puse mi pierna en el medio de las de él y luchábamos así. Me pegaba en la cabeza, donde sea, y teníamos la escopeta en el medio. A lo último lo empujé y ya luchábamos en la calle. Y venían todos los vecinos y nadie no me ayudaba. Todos los que venían de los bailes, veían como me agarraba de los pelos y me tiraba en el piso y me pegaba patadas. Y le saqué la escopeta, pero la agarró Brenda y lo apuntó y le dijo: dejá a mi mamá o te tiro. ¡Ella no sabe manejar armas!
¡Tenía once años! Y le dije: llevá la escopeta allá y llevá a tus hermanos ahí, (porque el vecino abrió la puerta). Brenda entró ahí con los chicos, pero estaba enloquecida. Y los vecinos no hacían nada para frenarlo porque él tenía otra arma en la mano. Un 9 milímetros. Ya no podía más yo, me salía sangre de la boca, de la nariz, de todos lados y ahí le agarré de los testículos y se cayó. Salí corriendo, atrás mío los chicos. No sabía qué hacer. Corrí hasta Iguazú, así, desnuda, porque mi camisón era corto. Pero cuando te pasan cosas así ya no tenés más vergüenza. Había un par de gente en la parada: qué te pasó señora y yo le dije: cuiden a mis hijos y salí corriendo. Y como vi que me seguían paré y como con ellos no podía seguir corriendo, me quedé en una garita de la Pepsi. Y vino mi vecina con auto y me llevó al hospital.
Los médicos no querían que los chicos entren conmigo, pero mis hijos no se despegaban y la vecina lo retó a los médicos: Pero cómo, ¿no ve que ya ella está por morir y ustedes le quieren hacer así? Nunca no me voy a olvidar lo agradecida que estaba con mi vecina.
Después llegaron los policías, me hicieron la declaración y la denuncia y yo les pregunté, ¿lo agarraron a él? Ustedes esperaron a que me pase esto pero antes yo había avisado y ustedes no lo frenaron. Porque yo en diciembre había ido a un lugar en Constitución para hacer denuncia de mujer, y dije: él se fue de mi casa. Eso me favoreció. Yo lo había hecho porque él me pegaba porque sospechaba que yo anduve con una chica. Pero no lo agarraron a él. Yo del hospital me vine a lo del vecino y después me fui a un refugio con mis hijos. Y Ahí fui a hacer declaración a Tribunal. Y él tuvo que ir y se declara inocente. Que no tenía arma ni nada. Y como no tiene causa, no le hicieron causa. Y mis chicos sufrían en el refugio y dije: tengo que volver a mi casa. Porque me había enterado que él le decía a los vecinos que yo había dejado la casa. Pero no era así. Entonces llamé a un hermano y le conté y él dijo, bueno, voy a hablar con él y decirle que no es así. Los vecinos también me ayudaron mientras él todavía seguía en mi casa. Porque él tenía un policía que era amigo entonces cuando revisaban la casa no le encontraban las armas. Y un día no se presentó en un lugar en el que se tenía que presentar a tal hora, y entonces por esta causa se fue escondido a Paraguay.
Y ahí yo volví a mi casa después de hablar con el juez, que me querían mandar en provincia. Y yo firmé el papel que decía que volvía de mi voluntad, porque yo tengo mi casa, ¿por qué voy a ir en provincia? Y el papel decía que si le pasa algo a los chicos, nadie no te va defender de la justicia porque tomás la decisión vos sola. Yo dije: voy a firmar y después voy a ver cómo hago. Fui hablar con una abogada que me ayudó a hacer el papel del juzgado de Tribunal. Y el juez me dijo, vos no podes cuidar a tus chicos, porque estás sola. Y yo le dije: discúlpame señor juez que te hable así pero no sé hablar distinto: yo pongo las manos en el fuego por mis hijos, nadie no me va a sacar ni vos ni nadie. Bueno, señora, firmá acá y punto, me dijo. Firmé, volví a mi casa y me encerré con mis chicos. Respiré hondo, la limpié toda y después hablé con la doctora para que el juez no me saque a mis hijos. Y le hizo firmar al juez una carta que dice que el papá no se puede acercar a 300 metros de mi casa. Cada vez que se iba a vencer el papel, me iba a hablar con un abogado para hacer de vuelta. Y desde ahí ya estoy bien, empecé a trabajar otra vez, me ayudó un asistente social y una psicóloga a la que llevaba a mis hijos. Brenda se me cayó en la droga a los 14. Yo digo que ella repitió la historia porque iba muy bien en el colegio, pero yo trabajaba mucho, y en vacaciones de invierno supo que su papá se murió en un accidente en Paraguay. Que estaba perdido en la bebida, me dijeron”.
Morocha. Nació en Paraguay. Estuvo casada 11 años, tiene tres hijos.
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